Cuéntame otra vez el cuento
de las manos gigantescas
que mecieron bien mis sueños
espantando cocos viejos.
Dime otra vez la historia
de la mirada continua
que ha recorrido mi vida
como aya y como guía.
Háblame, por favor, madre
de los besos en la frente
consolando mis caídas
desde niña y para siempre.
Madre e hija, de Van Gogh |
Dímelo como cantando,
como si fuera mi nana
para que así mis fantasmas
no vuelvan cuando se vayan
Y si hay surcos en las manos,
en los ojos y en la frente
cantaré tu dulce nana
para hacerme más valiente.